El pez león y sus dilemas
¿Cuál es el primer pensamiento que se viene a la mente cuando lees la palabra pez león?
Hoy en día, mi mejor apuesta sería que tu pensamiento tiene algo que ver con términos cercanos a “especies invasoras”, “malas para el medio ambiente” y “peligrosas”. Sin embargo, echemos un vistazo más profundo.
Los peces león son criaturas muy avanzadas que han aprendido a vivir en una variedad de hábitats. Estos peces se pueden encontrar entre 1 y 300 pies de profundidad en manglares, formaciones de coral, arena de fondo duro, pastos marinos y naufragios. Originarios del Pacífico y el Océano Índico, juegan un papel fundamental en la salud del ecosistema. Al ser peces torpes y lentos, han desarrollado un método de caza extraordinario en el que utilizan sus aletas pectorales para acorralar a sus presas y esperar hasta que estén a una distancia de ataque para picar al pez y comérselo. Sus espinas transmiten una picadura venenosa que suele ser mortal para la mayoría de los peces y puede causar parálisis en los humanos.
Ahora bien, si son una parte tan integral de su entorno, ¿qué tienen de malo?
Bueno, los llevamos al Océano Atlántico donde no tienen depredadores, pero sí muchas presas de las que alimentarse. Hay dos teorías ampliamente aceptadas sobre cómo llegaron al Océano Atlántico en primer lugar. El primero enfatiza que cuando el huracán Andrew azotó Florida en 1992, algunos barcos de transporte que contenían peces león para acuarios en los EE. UU volcaron y, por lo tanto, los peces fueron liberados al océano. La segunda teoría defiende que algunos peces león fueron llevados a los acuarios de Estados Unidos en la década de 1980 y fueron liberados cuando la gente ya no estaba interesada en ellos. En resumen, somos los culpables.
Desde 1992, el pez león ha invadido literalmente todo el Caribe. Ahora se expanden desde la costa sureste de Estados Unidos hasta Panamá. Puede preguntarse, ¿cómo hicieron esto en tan poco tiempo? Son peces prácticamente intocables en el Océano Atlántico. No tienen depredadores naturales, tienen mucha vida de la que alimentarse, pueden vivir en casi todos los hábitats, tienen un apetito inmenso (su estómago se expande hasta 30 veces su tamaño natural cuando tienen hambre) y su tasa de reproducción varía de 4.000 a 15.000 huevos por hembra en tan solo 7 días.
Obviamente, el pez león ha desequilibrado el ciclo de vida en el Océano Atlántico al alimentarse de peces extremadamente importantes como el mero juvenil, el pez loro y otros, lo que ha tenido consecuencias catastróficas para cientos de ecosistemas.
Mientras los científicos debaten si el pez león ha alcanzado su límite de población (porque su número ha disminuido), o si una nueva enfermedad que los afecta está sirviendo como regulación de la propia naturaleza, hemos intentado mitigar nuestro propio error y ahora nos encontramos animando a la gente a cazarlos ¿Es justo matar una especie para salvar el medio ambiente? ¿Funcionará? No estamos seguros. Si estás dispuesto a cazarlos o no, dependerá de tus propios estándares morales.